Sin personas no existiría Estado, ni gobierno, ni instituciones. Si las personas
desaparecieran de la faz de la tierra, se irían con ellas todos los problemas, conflictos,
éxitos, fracasos, penas y alegrías. Nada es concebible sin la existencia del ser humano,
fundamento y objetivo de toda creación terrenal. También en las empresas, donde son
personas las que diseñan procesos, inventan productos y crean mercados.
Si lo anterior es evidente, ¿por qué el factor humano no ha tenido la relevancia que
merece en la cultura predominante de los gobiernos corporativos?
Justo es reconocer que esta falencia ha llamado la atención de estudiosos del
management y que preocupa en círculos académicos. También, al interior de algunas
empresas, en áreas tan disímiles como la ingeniería “dura” y la psicología, conviniendo
ambas en la necesidad de dotar a la institución de profesionales capacitados en los
procesos de personas.
¿Qué hechos avalan nuestra opinión de que el factor humano no tiene prioridad en la
instancia que define el futuro de la empresa, esto es, en su gobierno corporativo?
Nuestra experiencia señala dos situaciones reiterativas:
Y cuando hemos señalado esta preocupación, hay board members que se sorprenden y
otros reaccionan molestos. Pero algunos asienten y reflexionan: “¡Es obvio -dicen- la
empresa, y el board en particular, es una red de personas que coordinan sus acciones a
a través de negociaciones y compromisos. En la calidad de esas conversaciones y en el cumplimiento de tales compromisos descansa toda la acción de la empresa”.
Para que este determinante espacio en la estrategia corporativa cumpla su objetivo,
creemos necesario compartir lo siguiente:
como interlocutores en el board;
igual dignidad y, por lo tanto, sus juicios son válidos;
compensaciones;
acerca de los compromisos adquiridos por algún board member o por el / la Gerente General, y hacerlo siempre en tiempo y forma;
colaboradores, clientes y proveedores que integran esta red de conversaciones y
compromisos.