El directorio es una institución muy importante y de alto costo para la empresa. Se reúne algunas veces al año y por pocas horas -en los Estados Unidos, tiene un costo promedio de US $100 mil la hora- pero sus acuerdos y decisiones, como sus errores y omisiones, tienen consecuencias relevantes para toda la organización. Sus miembros eligen entre ellos su primus inter pares: el Presidente del Directorio o Chairman of the Board, cuya primera responsabilidad es ejercer el liderazgo estratégico que la compañía requiere para cumplir sus metas.
Entre las características principales de un buen Presidente de Directorio anotamos (a) la humildad para exponer sus ideas y escuchar a los directores y ejecutivos claves; (b) el coraje para enfrentar desafíos y promover medidas necesarias para la sustentabilidad de la empresa, aunque decisiones impliquen riesgos o dificultades acotadas; (c) la astucia de un buen político, el talento negociador de un buen diplomático, la ecuanimidad de un buen árbitro y la creatividad e intuición de un buen estratega.
El Chairman de una empresa abierta en bolsa me dijo que parte del éxito en su rol corporativo obedecía a una permanente disposición suya de franquear la rutina diaria y dedicar más tiempo a soñar. En esas divagaciones incursionaba desde lo sublime a lo profano, indagaba más allá de las rígidas fronteras acotadas por “objetivos inmediatos”, y procuraba reflexionar bajo parámetros acordes con la esencia, fundamentos y propósitos de la compañía.
Los estilos de liderazgo tornasolan entre autárquicos y facilitadores, inflexibles y tolerantes, altivos y deferentes. Pero cualquiera fuere el matiz dominante en un Chairman, su virtud democrática debe prevalecer. El poder asociado al cargo importa merecidas cuotas de honor y gloria a quien lo sustenta, pero tales reconocimientos suelen exacerbar el ego más allá de lo prudente. Recordemos que el Chairman es un servidor del directorio, no su amo, y que su rol orgánico de primus inter pares es relevante, pero no excluyente.
Sin ánimo exhaustivo, algunas responsabilidades que conciernen a un buen presidente de Directorio:
Una buena práctica es que el presidente se reúna días antes de la sesión de directorio con el gerente general (y los ejecutivos que correspondan) para examinar los temas de la Agenda y fijar prioridades. Así, habrá menos “sorpresas” y más espacio para un debate fructífero que incremente la productividad del directorio.